El Cádiz entra en una nueva etapa de la competición. Con la permanencia ya asegurada y celebrada, llega el momento de la ilusión y de soñar con algo más. Un deseo que evidentemente no debe estar reñido con seguir confiando en la idea de fútbol que ha permitido una navegación tranquila en las complicadas aguas de la Segunda División en las tres últimas temporadas. Siendo sextos en la tabla clasificatoria y con 14 partidos por delante el conjunto amarillo no renuncia ya absolutamente a nada, pero debe hacerlo siempre bajo los sellos de la cautela, la humildad y el sacrificio que ha instaurado Álvaro Cervera desde su llegada hace cuatro años. Premisas que, además, van unidas a unos conceptos del juego que el técnico cadista no quiere que se abandonen.

De ello ya avisó en más de una ocasión, sobre todo cuando el equipo se encontró liberado tras una buena racha de resultados. Así en enero se pudo oír al entrenador decir aquello de “cuando nos va bien pensamos que hay que darle una vuelta de tuerca al juego y nos pasa lo que nos pasa”. Y es que hay que evitar lo sucedido el año pasado, cuando el equipo entró en una dinámica de resultados y, sobre todo de juego, que en nada se parecía a la que le había llevado a donde estaba.

La plantilla se ha reforzado, parece que debidamente, en el mercado invernal por lo que el problema de fondo de armario no existe. Solo queda seguir siendo fiel a lo que se viene haciendo.