Nos hemos vuelto una afición vulgar

Lo digo hoy, ahora, que todo es de color de rosa, ahora que todo el cadismo se da besos y abrazos, con ese equipo que va como un tiro. Me lloverán críticas de todos los colores. Me da igual. 

No puedo estos días dejar de observar lo que está pasando con el Valencia CF. Todos los que amamos de corazón a nuestro equipo tenemos siempre el miedo, más aún viendo los casos que se producen cada vez con más frecuencia, que en este fútbol moderno de mierda de las SAD, un millonario que no entiende de nada más que números y balances, compre a tu equipo y lo destroce sin que tú puedas hacer nada por evitarlo.

Aunque con la solidaridad que da ese miedo, es imposible no verle cierta justicia poética a lo que ocurre en Mestalla. Su afición me ha parecido siempre protestona, quejica e imposible de satisfacer (tenga lo que tenga). Curiosamente recibieron a Peter Lim como si de un mesías se tratara, cuando ya digo, de estos extranjeros que no saben ni las reglas del fútbol hay, cuanto menos, que recelar. Ahora le gritan vete ya, lógico. Lo que no era lógico era gritárselo a Unai, a Quique o al que pasara por allí, porque todo les parecía poco. A ver ahora, después de haber sufrido insultos tan groseros como Gary Neville, coqueteando con el descenso y virtualmente eliminados de la Copa, si lo gritan también. Alguno estará lamentándose de tanto silbido en su momento.

Durante mucho tiempo pensé y creí, como casi todos nosotros, después de ese mantra constante que nos repetían desde todos los medios nacionales (con razón en su momento) y las aficiones de otros equipos, que éramos una afición de verdad diferente. Una que animaba a su equipo porque sí. TODO el partido . En Primera o en Segunda B, aquí siempre estaré, mi cántico preferido. Yo no soy de los que venían a emborracharse, el resultado no me daba igual tampoco, pero lo pude certificar, desplazamiento tras desplazamiento, cuando pude empezar a ver al Cádiz más cerca tras el ascenso de 2003 (vivía en Madrid por entonces). Éramos diferentes. El escudo nos dolía pero siempre ahí, siempre sumando. 

Todos esos medios nacionales situaban el epicentro de nuestra "simpatía" en la visita al Bernabeu y los famosos cánticos etílicos, pero el día que de verdad esta afición se coronó por encima de todas las demás fue en el Cádiz-Málaga. Dos equipos ya descendidos, y el Carranza lleno sin parar de cantar. Hierro, el entrenador rival, lo resumía perfectamente: "si este partido se hubiera jugado en Málaga nos hubieran corrido a gorrazos los noventa minutos y aquí no han parado de animar. Estoy alucinado". Me permito la licencia de las comillas, pero su mensaje no varió mucho. Siete días antes el Cádiz se iba a Segunda en Getafe, con muchas camisetas amarillas en la grada (seguramente más que azules, porque allí nadie se compra la camiseta de un equipo que le es ajeno), escuchando "a Segunda" por parte de una gentuza a los que no les habíamos hecho nada. No respondimos. Y estando en esa grada (y éramos muchos insisto) daban ganas de arrancar sillas y tirárselas. Pero no lo hicimos. Porque NO éramos como todos los demás.

Han hecho falta "sólo" seis años en Segunda B para que eso se haya perdido. A quien le gusta jugar en esa categoría de barro, a nadie. Pero en su momento lo hicimos no seis sino nueve, y la grada no se pudrió de la forma que lo está hoy. 

Nos hemos convertido en otra afición más, nos hemos VULGARIZADO, en sus dos acepciones: "impropio de personas cultas o educadas; que no tiene especialidad particular en su línea". Lo peor que le puede pasar a una afición.

Porque es así como está, que nadie se engañe. Sólo hay que mirar las insultantes pruebas. Botellazos a unos chavales, para más inri del Athletic (con el que se supone que tenemos una fantástica relación) porque "oh", están celebrando que han ascendido a Segunda. Qué ocurrencia. No fue uno, no fueron dos, fueron varias decenas de botellas las que cayeron. Sí, muchos estábamos desolados también por haber perdido dos oportunidades, pero nadie las tiró contra el Málaga, nadie contra el Getafe, nadie contra aquel Villarreal que vio como perseguían al juez de línea. Nadie les afeó la conducta. El club se hizo el indignado dos días, prometiendo expulsar a los responsables. Todavía estamos esperando.

¿No es suficiente? Seguimos. Dos meses, SOLO DOS MESES antes de ascender a Segunda (que ahí ya éramos todos muy cadistas otra vez y amábamos tanto a los jugadores que se nos rompía el pecho) los coches de los futbolistas aparecieron vandalizados con pintadas que da asco reproducir. Reto a alguien a que encuentre una forma más chabacana de manifestarse. Sí, los que quieran buscar excusas dirán que eso lo hicieron unos pocos. Pero esa forma de canalizar la frustración no era más que la última manifestación de toda una temporada en la que no se paró de pitar al equipo. De nuevo, muchos estábamos hasta el moño de ver que aquello no funcionaba, pero pitar a tu equipo en el primer minuto de juego? ¿Qué somos, el Getafe?

Resulta que ahora salimos en los medios nacionales, pero ya no por obligar al equipo a salir del vestuario para volver a saludar pese a perder. Lo hacemos por algo de lo más ruin y chabacano. Nos hemos "chiringuitizado". 

Por si esto no fuera suficiente, esta misma temporada, ESTE MISMO AÑO que todo tenía que ser jolgorio, alegría y agradecimiento por salir de la liga de los pueblos, todavía hubo que escuchar sonido de viento en Carranza en las primeras jornadas de SEGUNDA DIVISIÓN porque al parecer, a los señoritos no les parecía adecuado el nivel de juego del equipo. Otros cabestros pitaron a Cifuentes (que se pongan el vídeo de cómo celebra, dando la espalda, el gol de penalti de David Sánchez) vete tú a saber porqué. Y así, una tras otra tras otra.

El último episodio, el de Twitter de Chico Flores. Cuando hace dos años lo dijo Van Der Vaart, estuvimos un insoportable mes leyendo en nuestros medios lo que declaraba la portera del edificio donde vivía el padre del jugador. Pero Chico es de Cádiz. Gran pecado estos días. 

Otra perlita del fútbol moderno, los nuestros ya no están y si quieren volver, que antes donen todo lo que han ganado. Porque ganar dinero es una vulgaridad. No como nuestros actuales jugadores, que juegan gratis supongo. Algunos de ellos deportivamente excelsos, pero que cuando llegaron aquí tuvieron que mirar en el mapa donde esta Cadiz. No creo que vinieran pq eran del Cadiz desde "chiquetito". Pina tiene un olfato excepcional, pero ahora que estamos hablando del ascenso de Elche, nada que ver oiga. Los nuestros ya no están. Y nos da igual. Peor, ni los queremos aquí. Más fútbol moderno.

A estas alturas a lo mejor he conseguido convencer a alguno.

Hace unas semanas, en un programa deportivo de radio, dedicaron cada día un pequeño espacio a cada afición. La repetición cada día sobre lo que significaba ser del X era aburrida hasta el bostezo. Todos dicen lo mismo, porque todos SON lo mismo. Es lo más grande que hay, no se puede explicar, un día se está en el cielo y al siguiente, en el infierno, aquí somos muchos de extremos (me revuelve las tripas cuando algunos aquí se apropian de esa capacidad de ser veleta, como si fuera algo bueno y/o exclusivo, cuando precisamente no puedo haber mayor signo de vulgaridad). El fútbol moderno nos ha igualado a todos. No había elemento diferenciador.

Y yo pensaba con tristeza, nosotros sí, si somos diferentes: llenamos el estadio y aplaudimos al equipo que está descendido (manteniendo  todo el año al mismo entrenador), y jugando contra otro descendido. Pero estaría refiriendo algo que ocurrió hace ya más de diez años. Qué rápido nos hemos hecho mayores.

 

Manuel Gómez 'Manolain'

Presidente de la Peña Cadistas 1910

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