“Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes: ¡Contemplad mis obras, oh poderosos, y desesperad!”.  Percy B. Shelley

Uno, dos, tres, aquí estamos con usted otra vez… El Cádiz le dio calabazas a la segunda be y es equipo de  la liga 1|2|3, una competición  patrocinada por el Banco Santander gracias al Botín, al botín  que te cobran por poner como referencia  “Guillermito, Olímpico infantil” en un ingreso en ventanilla.

Mucho han cambiado las cosas desde aquella tarde de junio en la que el tiempo se paró en Alicante, cuando Dani Güiza       con un disparo cruzado dejaba atrapados en las mallas  del Rico Pérez seis años de tristezas, miserias y desilusiones.

Honor, respeto y gratitud para los que lograron la proeza del ascenso, pero si queremos un Cádiz competitivo  es lógico que en el seno (con perdón) de la plantilla se hayan producido más bajas que en la Junta de Andalucía durante la triada gaditana, o sea,  Navidad, Carnavales y Semana Santa.

Hablar del decadente Trofeo  me produce Ozymandias melancholia, pero por lo visto en pretemporada y en los dos partidos de liga  jugados Álvaro Cervera confía más en los malos conocidos que los buenos por conocer.

Es verdad que el centro del campo genera más dudas que juego;  pero, dentro de la exigencia, habrá que tener paciencia con los que están. No podemos pasar  en unas semanas  del  “Mantecón nos quita las penas”  al “¿Mantecón?, que no juegue apenas”. Poco a poco se irán incorporando los nuevos cuando se pongan en forma, que algunos han venido más tiesos que el marido de Susana Díaz.

El ascenso, ¡qué casualidad!,  trajo la paz social. No se sabe muy bien si por mediación del Pacificador, por consejo de Papuchi o porque estaban condenados a entenderse  los otrora  enemigos irreconciliables ya son “amigos para siempre means you´ll always be my friend, amics per sempre aunque hagamos  el paripé…”, que cantaban los Manolos.

Bienvenida sea esta unión  por el bien del Cádiz y nuestros mejores deseos de éxito para el binomio Vizcaino-Pina,  o Pina-Vizcaino, que, como dice el mote heráldico,  tanto monta, monta tanto…  y aun así la Infanta se caía del caballo.

La gente se merece una recompensa por tener fe. Que nadie nos quite la ilusión ni el sueño de volver a ver un Cádiz grande, mal que le pese  al miserable del pasquín, a los  que le ríen la desgracia, y a los que sueltan su vómito putrefacto en las redes reconcomiéndose las entrañas esperando, con la hiel reventá, ese “retuit” que nunca llega; amargados por ese “favorito” que nadie marca; ahogándose en su propia bilis por un “me gusta” que nadie pulsa; y  maldiciendo su suerte mientras releen de forma compulsiva, una y mil veces, su propia bazofia que a nadie interesa.

El Cádiz ha vuelto para quedarse. Un, dos, tres, que el equipo responda otra vez.

 

José Manuel Ramos 'Pichili'

Colaborador de Portal Cadista y Radio Cádiz (Cadena SER)

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