Eran las 12 de la noche y en el ambiente ya se respiraba pasión cuando el autobús fletado por la Federación de Peñas Cadistas, zarpó rumbo a Madrid. Con los primeros rayos del sol se produjo la llegada de una afición que venía con todo: ganas de cantar, de vivir y de soñar. Y así empezó a vislumbrarse que el amarillo comenzaba a impregnar la capital de España, con los demás cadistas que viajaron por su cuenta, que lo hicieron en tren o vehículos propios, y otros llegados desde diferentes partes del territorio nacional.
El recorrido por Madrid fue un festival de cánticos y colores. Los cadistas, en una marea amarilla vibrante como acostumbra, aunque con menos efectivos que de costumbre, llenaron de vida y pasión cada rincón de la ciudad. Desde la bulliciosa Gran Vía hasta la histórica Plaza Mayor, cada paso era un testimonio de la lealtad hacia su equipo, dejando claro que, pase lo que pase, el espíritu cadista nunca decae.
Este viaje tenía un sabor especial y un fin único: dar todo el aliento a un Cádiz CF que lo necesitaba más que nunca y que acabó cayendo ante el todopoderoso Real Madrid de Florentino Pérez con los tantos de Brahím Díaz, Bellingham y Joselu, que cayeron como un jarro de agua fría entre los cadistas. Para que después digan que el resultado "nos da igual". Que no es así.
El regreso, pese al revés del resultado, no fue menos pasional. Entre charlas sobre el partido y recuerdos del día, además que alguna que otra cabezada, los cadistas recorrieron la mitad de España para abajo regreso a casa, concluyendo un viaje que, hasta que no vuelva a enfrentarse el Cádiz CF al Real Madrid, será el último de la afición cadista en el imponente Santiago Bernabéu.
