La afición cadista da una lección de deportividad y saber estar en Bilbao

En los campos de fútbol, la batalla se juega en el césped pero se vive en las gradas. En San Mamés, ese bastión de cultura futbolística, los seguidores del Cádiz se alzaron como la orquesta en el Titanic: tocando con pasión mientras la nave amarilla se hundía ante un contundente Athletic. Si hubo una victoria en la derrota, esa fue la de la afición cadista que viajó más de 900 kilómetros para apoyar a su equipo.

Superados en número pero no en espíritu, los más de 600 aficionados cadistas que acudieron a la Catedral llenaron de amarillo un rincón de San Mamés. Ubicados en la zona reservada para visitantes, estos hinchas desafiaron a la geografía y al marcador con su inquebrantable fe. En sus gargantas, no murió el ánimo pese a ver cómo el equipo se desplomaba en dos minutos fatales.

Se vivió un ambiente de hermandad y deportividad entre ambas aficiones que fue, sin lugar a dudas, la verdadera joya del encuentro. Los cánticos no cesaban, y el respeto fue el mayor triunfador. Era como si el espíritu de la antigua copa se manifestara en la conjunción de dos masas que entienden el fútbol como un lenguaje universal.

Desde múltiples rincones de España, un total de 34 peñas cadistas se trasladaron a Bilbao, organizando incluso un viaje en autobús desde la capital gaditana. Su presencia no fue un mero trámite, sino el corazón palpitante que a cada minuto intentaba insuflar vida al once amarillo sobre el campo. Los jugadores, en contrapartida, no ofrecieron su mejor versión, pero eso no mermó el entusiasmo de una afición que aplaudió a los suyos hasta el último segundo.

Al pitido final, el agradecimiento fue palpable. Los jugadores, encabezados por Sergio González, se acercaron a saludar a quienes les habían animado con tal fervor, como si quisieran absorber un poco de esa energía inagotable para las futuras batallas de la temporada. Aplausos compartidos, cánticos conjuntos y el recuerdo de una tarde en la que, pese a la derrota, el Cádiz demostró ser un equipo de Primera, gracias al aliento de su incondicional afición.

Sin duda, este encuentro servirá como preámbulo para el próximo choque entre ambos conjuntos en el estadio Nuevo Mirandilla en enero. Mientras tanto, la historia escrita en San Mamés será la de dos aficiones que demostraron que en la liga de la deportividad, el marcador siempre señala empate.

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