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Cala predica calma y determinación en un Cádiz que tiene mucho por hacer

Foto: Trekant Media

El Cádiz Club de Fútbol ya ha dado sus primeros pasos en el siempre agitado mercado veraniego. Hasta la fecha, son tres las incorporaciones confirmadas: Suso, Ortuño y Joaquín González. Tres nombres que llegan para refrescar la plantilla y tratar de aportar soluciones en una temporada que se presenta para la entidad amarilla aún más exigente tras el fracaso de la anterior. Estas son, por ahora, las únicas novedades reseñables, aunque no deben perderse de vista otros movimientos que también están marcando el diseño del nuevo plantel.

En este sentido, hay que tener en cuenta la conclusión de algunas cesiones de la pasada campaña, como las de Bojan Kovacevic y Carlos Fernández. En el caso del central serbio, todo apunta a que el club ejercerá la opción de compra estipulada en su contrato, dada la buena impresión que ha dejado su rendimiento. La dirección deportiva considera que puede ser una pieza de presente y futuro para la zaga cadista.

A ello se suman situaciones contractuales que también marcarán el ritmo de la planificación. Dos efectivos acaban contrato el 30 de junio: José Ángel Zaldua y Álex Fernández. En el caso del mediocampista madrileño, las negociaciones para su renovación estarían ya muy avanzadas, y salvo contratiempo de última hora, todo indica que continuará defendiendo la elástica amarilla una temporada más. Su continuidad se considera estratégica tanto por su experiencia como por su peso dentro del vestuario.

Sin embargo, el principal escollo que enfrenta el Cádiz CF de cara al proyecto 2025-2026 es la elevada nómina de futbolistas con contrato en vigor que, en principio, no entran en los planes del nuevo cuerpo técnico. Jugadores que no cuentan para el próximo curso y cuya salida se antoja complicada, ya sea por motivos salariales o por falta de ofertas atractivas. En este grupo figuran nombres como Rubén Alcaraz, Fali, Luis Hernández, José Antonio Caro, Gonzalo Escalante, Brian Ocampo o Roger Martí. Todos ellos representan un reto importante para la planificación deportiva, ya que encontrarles destino sin comprometer la estabilidad del vestuario ni entorpecer los tiempos de preparación será fundamental.

De hecho, este fue uno de los grandes lastres del pasado curso, cuando la llegada de nuevos fichajes se vio ralentizada por la permanencia de jugadores con futuro incierto. Paco López, entonces al frente del equipo, tuvo que lidiar durante varias semanas con una plantilla desequilibrada y con salidas que se retrasaron más de lo previsto. El resultado fue una preparación a contrarreloj que terminó pasando una pesada factura en el inicio de la competición.

Ahora, con Juan Cala como principal responsable de la parcela deportiva, el club intenta no repetir errores del pasado. El lebrijano ha tomado las riendas con determinación, pero también con mesura. Este martes, precisamente, dejaba en sus redes sociales un mensaje que bien puede interpretarse como toda una declaración de intenciones sobre su manera de trabajar: “Despacio y con buena letra. Seguimos trabajando día a día para construir. Sin prisa, pero sin pausa”, escribía el exdefensor, que ahora afronta su primera gran prueba de fuego desde los despachos.

Habrá que ver si el Cádiz logra hacer valer esa filosofía de trabajo pausado pero constante. El margen de error es escaso y el tiempo puede llegar a apremiar, pero también es cierto que las primeras decisiones invitan a cierto optimismo. De cómo se resuelvan las salidas pendientes y se cierren las nuevas incorporaciones dependerá, en gran medida, el futuro deportivo de un club que quiere dejar atrás los sobresaltos y mirar al futuro con renovadas esperanzas.

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