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¿Aberración o genialidad culinaria?: El Philly Taco, el peculiar invento de Filadelfia que combina pizza y 'cheesesteak'

En el cruce entre la comida rápida y la creatividad sin límites de los consumidores urbanos, surgió un platillo que pocos olvidarían una vez probado: el Philly Taco. También conocido como "South Street Sushi", esta singular combinación gastronómica es originaria de Filadelfia, en el estado de Pensilvania, y representa un ejemplo perfecto de cómo la cultura popular puede dar forma a tradiciones culinarias no oficiales.

El Philly Taco es, en esencia, una suma de dos emblemas locales de la comida rápida: un 'cheesesteak' y una porción grande de pizza. Pero no cualquier 'cheesesteak', ni cualquier pizza. Para ser considerado un auténtico Philly Taco, la preparación debe seguir una ruta concreta, casi ritual, en una zona muy específica de la ciudad: South Street. El proceso consiste en comprar un 'cheesesteak' en 'Jim’s South Street', un establecimiento emblemático fundado en 1939, y luego dirigirse a la pizzería 'Lorenzo and Sons', conocida por sus gigantescas porciones de pizza estilo neoyorquino. La parte crucial del ritual es envolver el 'cheesesteak' dentro de una porción de esa pizza, formando una especie de taco gigante y grasiento que se come con las manos.

El resultado es un bocado colosal, repleto de calorías, difícil de manejar, pero irresistible para quienes buscan una experiencia extrema o simplemente quieren desafiarse a sí mismos en el terreno de la comida rápida. El Philly Taco no figura en el menú oficial de ninguno de los dos locales, pero ambos toleran –e incluso celebran– la práctica, conscientes del atractivo turístico y mediático que ha generado.

El origen exacto del Philly Taco se remonta al año 2003, cuando Jeff Barg, columnista del periódico alternativo 'Philadelphia Weekly', decidió documentar una combinación que venía circulando de forma informal entre los noctámbulos de la ciudad. Junto a un amigo, Barg popularizó la práctica como una especie de reto urbano para quienes salían de fiesta por South Street. La idea era clara: si alguien tenía hambre tras una noche de copas, en vez de elegir entre pizza o 'cheesesteak', podía tener ambos, al mismo tiempo, y en un solo envoltorio.

La columna de Barg, que presentaba la experiencia con humor y detalle, fue el detonante que catapultó al Philly Taco más allá del boca a boca. En poco tiempo, el invento fue adoptado por universitarios, turistas y blogueros de comida que acudían a South Street específicamente para recrear el experimento. Lo que empezó como una broma entre amigos se convirtió en una tradición oficiosa de la ciudad, al punto que hoy forma parte de muchas listas de “cosas que hacer antes de morir” en Filadelfia.

Este fenómeno gastronómico también refleja un momento particular en la historia de la cultura alimentaria estadounidense. En la primera década de los 2000, los retos de comida, las combinaciones imposibles y los excesos culinarios ganaban terreno en la televisión y en internet. Programas como 'Man v. Food' o canales de YouTube centrados en comida extrema ayudaron a consolidar una estética de lo grotesco y lo viral en el consumo. El Philly Taco encajaba perfectamente en esa lógica: era barato, exagerado, poco saludable y, sobre todo, fotogénico. Su aspecto desproporcionado lo hacía ideal para ser compartido en redes sociales.

A pesar de su fama, el Philly Taco no ha escapado a las críticas. Para algunos puristas del 'cheesesteak', envolverlo en pizza es una falta de respeto a un producto que ya es icónico por derecho propio. Otros lo consideran una muestra del estilo de vida alimentario poco equilibrado en ciertas zonas urbanas de Estados Unidos. Sin embargo, más allá de estas lecturas, el Philly Taco ha conseguido mantenerse como una atracción local que combina humor, apetito y cierta nostalgia de juventud.

Lo que distingue al Philly Taco no es únicamente su tamaño o lo inusual de la combinación, sino la experiencia que conlleva. Comerlo implica seguir un trayecto concreto por la ciudad, lo que convierte el acto de alimentarse en una especie de peregrinación urbana. La ruta parte de 'Jim’s South Street', una de las casas más reconocidas de 'cheesesteaks' en Filadelfia. Este local es famoso por su fachada en blanco y negro y por preparar su carne finamente picada con cebolla y queso fundido, envuelta en un pan alargado de tipo hoagie. Una vez con el 'cheesesteak' en la mano, el siguiente paso es caminar unos metros hasta 'Lorenzo and Sons', una pizzería famosa por servir porciones de pizza gigantes, que fácilmente doblan el tamaño de una hoja A4.

El gesto de envolver el bocadillo con la pizza no requiere utensilios. Se hace con las manos, de pie, muchas veces en la calle, en un ambiente ruidoso y lleno de gente. Algunos lo doblan como si fuera un verdadero taco, otros prefieren enrollarlo, y hay quienes se lo comen capa por capa. No existe una única manera de enfrentarse al Philly Taco, y eso también ha contribuido a su carácter informal y flexible.

Con el paso de los años, la idea del Philly Taco ha trascendido su lugar de origen. En otras ciudades de Estados Unidos, algunos restaurantes han intentado replicar la fórmula bajo otros nombres o con variaciones: por ejemplo, usando hamburguesas en vez de 'cheesesteaks', o pizzas más pequeñas para facilitar el montaje. No obstante, los entusiastas de la versión original sostienen que ningún intento fuera de South Street puede capturar el espíritu del invento. Para ellos, parte esencial del Philly Taco es precisamente su vinculación geográfica, la calle que lo vio nacer, y los locales implicados.

A pesar de su popularidad intermitente, el Philly Taco nunca ha llegado a institucionalizarse como un menú fijo. Ninguno de los dos establecimientos implicados lo ofrece como producto oficial. Esta condición semi-clandestina ha jugado a su favor, ya que lo mantiene en el terreno de lo legendario, lo “secreto” que solo los locales conocen o que los forasteros descubren como parte de una cultura paralela.

En cuanto a los aspectos nutricionales, como era de esperarse, el Philly Taco es una bomba calórica. Una sola unidad puede aportar más de 1.800 calorías, dependiendo del tamaño del 'cheesesteak' y de la porción de pizza utilizada. Esto ha sido motivo de bromas, pero también de advertencias por parte de nutricionistas y medios especializados. No es raro que se recomiende comerlo solo una vez en la vida, como un rito de paso, más que como un hábito.

Durante sus más de veinte años de historia, el Philly Taco ha sido mencionado en revistas de gastronomía, blogs de viajes, podcasts sobre cultura popular y programas televisivos de comida. Aparece en listas como "Los platos más absurdos de Estados Unidos" y "Los mejores secretos culinarios de Filadelfia". Su fama ha fluctuado, pero no ha desaparecido, y cada cierto tiempo resurge con fuerza en redes sociales, especialmente cuando algún influencer lo redescubre.

En resumen, el Philly Taco no es simplemente una mezcla de dos comidas populares. Es una experiencia urbana, un chiste convertido en tradición, y un testimonio de cómo la cultura popular puede inventar –y preservar– sus propias costumbres al margen de lo institucional. No figura en los menús oficiales, no está certificado por ninguna guía gastronómica, y sin embargo, sigue siendo una parada obligada para quienes quieren explorar el lado más informal, y a veces exagerado, de la gastronomía estadounidense.

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